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jueves, 1 de septiembre de 2022

Casandra y el medio ambiente

 En el año 547 a.C. Creso, rey de Lidia, invadió a Persia, cuyo rey era Ciro II El Grande, con la intención de someterla. Antes de atacar al imperio persa, Creso envió a un mensajero al Oráculo de Delfos para que le respondiera qué sucedería si atacaba a Persia. El oráculo le contesto: “Si conduces un ejército hacia el Este y cruzas el río Halis, destruirías un imperio.” Creso, entonces, marchó hacia el Halis, pensando que los dioses estaban en su favor. Pero allí mismo fue derrotado estrepitosamente junto con sus aliados.


El oráculo había vaticinado el futuro de tal forma que se cumpliría tanto si Creso triunfaba como si era derrotado. Lo más juicioso hubiera sido que Creso le preguntara al oráculo a qué imperio se refería.

Hacer las preguntas correctas conduce a respuestas correctas; o al menos, mejor articuladas y más apegadas a la verdad.


Esta lección es aplicable a los oráculos de hoy en día: científicos, universidades, ambientalistas y muchos grupos de interés que se centran en problemáticas locales o a nivel mundial. Sin embargo, los políticos de hoy raramente envían preguntas a estos modernos oráculos, y ni que decir si las hacen correctamente y si acaso son capaces de interpretarlas cabalmente.

Los políticos de hoy precisan no sólo de hacer las preguntas pertinentes a varias problemáticas, sino de entender las respuestas e involucrarse más en lo que la ciencia y la tecnología nos ofrecen para atenderlas y enfrentarlas. Hoy por hoy, el cambio climático debería ser la mayor preocupación entre esta élite a nivel mundial.


El peligro que enfrentamos con el cambio climático demanda tiempo, recursos, conocimiento e inclusive un cambio radical en nuestra forma de vida, no sólo en las políticas de orden público sino, literalmente, en nuestra conducta personal en nuestro diario devenir.


Casandra, princesa de Troya, la más bella e inteligente de las hijas del rey Príamo, fue seducida por Apolo, quien le ofreció el don de la profecía. Ella aceptó. Sin embargo, finalmente Casandra desestimó su cortejo y lo rechazó.

Apolo, enfurecido, no podía retirarle el don que ya le había dado a la princesa pero, en cambio, la confinó a un destino cruel: que nadie creyera sus profecías que vaticinaban la destrucción de Troya.


Eso es, al parecer, lo que la ciencia está enfrentando: el síndrome de Casandra.

Pero más allá de lo que la ciencia nos ha estado vaticinando desde hace décadas, debemos mirar los hechos, que son incontrovertibles: sequías en donde antes ni siquiera nos imaginábamos, como en Inglaterra, inundaciones de proporciones bíblicas nunca antes vistas, como en Pakistán, incendios arrasadores como en Alaska y Siberia, y un serie de innumerables casos en donde la madre naturaleza nos hace una advertencia: ponemos atención en lo que estamos causando o pagaremos muy caro las consecuencias.


De nosotros depende la respuesta. La pelota está en nuestra cancha.